Efectos económicos de la reapertura
Juan Eduardo Martínez Leyva
Las dificultades económicas que se presentarán durante la reapertura del mundo después de la pandemia del coronavirus empiezan a insinuarse ya, detrás del tímido regreso a la normalidad en la sociedad china.
La economía es una compleja urdimbre de relaciones entre una infinidad de agentes económicos que actúan ya sea de manera voluntaria o involuntariamente. Las personas, pero también los gobiernos, rara vez tienen plena consciencia de la compleja interdependencia de los procesos de producción, la interconexión de las cadenas de suministro y proveeduría, así como el encadenamiento de actividades que indirectamente están asociadas. La idea de ir abriendo por etapas o por sectores y actividades se antoja un tanto complicada. El esfuerzo de los gobiernos por modular este proceso se puede desbocar por las presiones de los agentes económicos contenidos o relegados, como de hecho está sucediendo ya en algunos países. Pero también la reapertura gradual puede propiciar una serie de efectos no deseados en la propia dinámica económica vista como un todo.
La reapertura gradual considera que, además de las actividades consideradas como esenciales que en realidad no se detuvieron del todo, se vayan abriendo primero las industrias que tienen organizados sus procesos de producción en lugares cerrados, como es el caso de las manufacturas, la construcción, la minería. Donde se puede controlar con mayor facilidad la entrada y salida de personas y materiales. También se plantea abrir simultáneamente aquellas actividades que están encadenadas en procesos de suministro de manera local o internacionalmente. En una segunda etapa, se pretende abrir pausadamente los negocios con un mayor contacto con el público, o que implican aglomeración de clientes, como son las plazas comerciales, eventos deportivos, conciertos, entre muchos otros. Las estrategias de reapertura también tienen un enfoque regional, permitiendo una mayor libertad de movimientos en las zonas geográficas que fueron menos golpeadas por la enfermedad o que ya han vencido la pandemia.
Un asunto que se va hacer evidente en este proceso pausado de reinicio de las actividades económicas es que la interdependencia y complejidad del funcionamiento de la economía son mayores a los que generalmente se estiman y que, los engranes de la maquinaria deben ser sincronizados y calibrados con mayor precisión. Ni siquiera la economía China que cuenta con una planificación centralizada puede conducir el proceso sin sobresaltos.
El 15 de mayo el sitio del Financiero publicó un texto bajo el título: La desafiante reapertura de China es una advertencia para el mundo. La conclusión del artículo: una economía es más difícil reiniciar que cerrar.
Problemas de sobreoferta
Si primero se abren cierto tipo de negocios, éstos empezarán a producir bienes en una economía que no está lista del todo para consumirlos. Al mismo tiempo, el exceso de oferta puede traer consigo una disminución generalizada de los precios.
Supongamos que se echa andar la maquinaria de la industria automotriz y ésta empieza a producir vehículos de transporte para sociedades que aún mantienen restricciones en la movilidad de las personas. La falta de demanda, en este caso, ocasionará múltiples problemas a lo largo de la cadena de suministro. Uno de los principales sería que aumentaría el riesgo en la recuperación de la inversión.
Los datos económicos durante el mes de abril para la economía China, muestran que efectivamente la producción se incrementó en 3.9 por ciento. Se tardaron entre seis u ocho semana en llegar a los niveles previos a la pandemia. Sin embargo, las ventas minoristas cayeron en 7.5 por ciento y los precios de fábrica disminuyeron 3.1 por ciento. Debido a que muchas actividades se encuentran cerradas, el nivel de desempleo sigue siendo alto. Durante marzo, aumentó 5.9 por ciento.
Incumplimiento de pagos
Estos desequilibrios, además de exceso de capacidad y deflación, puede afectar los flujos futuros de crédito y ralentizar los circuitos monetarios. Los gobiernos deberán sostener los apoyos directos a los ciudadanos para sostener ciertos niveles de demanda, hasta que los niveles de empleo se vayan recuperando.
El incumplimiento de pagos de créditos, a proveedores, prestadores de servicios, pago de impuestos y trabajadores es un riesgo que sigue latente si la economía no se recupera de manera sincronizada. La solvencia de la banca se debilitaría aumentando la expectativa de quiebra o rescate de este sector.
Paro, arranque y paro
Los problemas de sobreoferta, acumulación de inventarios y deflación, pueden inhibir la inversión futura, produciendo el fenómeno de arranque y freno, hasta que la economía toda vuelva a funcionar. De esta forma el proceso de “normalización” será más largo del imaginado. La producción, el empleo y las finanzas del estado, sufrirán crisis recurrentes.
Las quiebras
Las empresas que más tiempo tarden en arrancar y que no cuentan con las reservas de dinero suficiente tienen el riesgo de cerrar definitivamente. Muchas se acogerán a la legislación de quiebras. Los países que no cuenten con medidas de rescate o refaccionamiento de liquidez para este tipo de empresas, verán morir a muchas de ellas.
En fin, como señala el artículo del Financiero, es más fácil cerrar que abrir una economía. Para darnos una idea de la complejidad para sincronizar esa maraña de actividades, basta con tener en cuenta que, en la contabilidad económica mexicana, que más o menos está homologada con el resto de los países, se cuenta con tres grandes sectores: primario, secundario y terciario; entre los tres sectores se tienen alrededor de veinte actividades; y, dentro de éstas 179 subgrupos de actividades. Esto se puede consultar en el documento producido por el INEGI denominado Clasificación para actividades económicas. En otro documento del propio INEGI, Clasificación mexicana de ocupaciones, se observa también la diversidad de labores que desarrollan los individuos en una economía. Aquí se tiene una clasificación de 19 grupos de ocupación, 137 subgrupos, 461 grupos unitarios y 9,600 descripción de ocupaciones individuales.
En resumen, volver a la “normalidad” económica va estar en chino y no va ser en el corto plazo.
Coincido en que volver a la normalidad estarás en chino. Además, hay que señalarlo, no será la "misma" normalidad que conocimos. Entre otras razones, la desaparición de empresas y negocios afectará las cadenas de proveeduría. Por otra parte el consumidor también habrá cambiado sus preferencias. Seguramente habrá más efectos. Pero estos dos bastan para ilustrar cómo la futura normalidad será diferente. En su momento entre los cambios encontraremos situaciones nuevas con dilemas y conflictos a los que deberemos darles su trato correspondiente. La adaptación será extenuante, habrá que desarrollar las costumbres, hábitos y hasta códigos y reglas que necesitaremos en la nueva normalidad. En realidad, está es prácticamente la definición de caos: reglas nuevas en un sistema transformado.