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La economía mexicana terminará este año con un crecimiento fuerte. ¿Será más que un simple rebote?

Gildardo Cilia, Alberto Equihua, Guillermo Saldaña y Eduardo Esquivel.

El Pronóstico al Alza


Periódicamente diversas entidades públicas y privadas publican sus pronósticos de crecimiento para México, hasta ahora ha prevalecido el optimismo. Instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el Banco de México y Citibanamex, han revisado los pronósticos de crecimiento de la economía mexicana. Si se toman en cuenta las estimaciones de estas cinco instituciones, en promedio, se esperaría un crecimiento de 5.6% para 2021, lo que significa 1.65 puntos porcentuales más con respecto al promedio que se tenía previamente.

Las proyecciones de Banco de México y Citibanamex se sustentan en encuestas realizadas a analistas y a entidades del sector privado. El último de los pronósticos del Banco de México situó la tasa de crecimiento para 2021 en un máximo de 7% y en un mínimo de 5%. En el caso de la encuesta Citibanamex se aprecia como tasa máxima la proyectada por Bursamétrica, de 6.9%; siguiendo en orden descendente la de J. P. Morgan de 6.7% y la de Actinver de 6.2%. La economía mexicana no ha alcanzado su potencial máximo y es probable que en el tercer trimestre del año de nueva cuenta se eleven los pronósticos de crecimiento, para ubicar el incremento en 8%.


Se podría seguir discutiendo sobre el crecimiento previsto para 2021, indicando que es engañoso porque se parte de una base extraordinariamente baja de la actividad económica, dada la pandemia. Dicha aseveración seguramente se generalizará cuando se publique el incremento del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) de mayo, en el que se espera un espectacular rebote, tal como sucedió en el pasado abril cuando la tasa anual superó 20%. Las apreciaciones son razonables; sin embargo, no se debe olvidar que entre más altos sean los rebotes de la actividad económica más pronto estaremos en la ansiada normalidad, sobre todo, en el mercado laboral; además de que se acortarían los plazos para recuperar lo que se perdió en el valor de la producción de bienes y servicios. Cálculos actuales contemplan que será hasta el segundo trimestre de 2022 cuando se tenga un Producto Interno Bruto (PIB) similar al de antes de la pandemia. Crecer más es generar mayor valor y es el signo más positivo de todos, no hay vuelta de hoja.


¿Existen bases sólidas que sustenten un avance progresivo en la tasa de crecimiento para 2021? La respuesta estaría dada por las condiciones que resultan necesarias para reactivar la actividad económica, mismas que se han establecido para todos los países del mundo. En el caso de México, los medios nacionales e internacionales han sido insistentes en cuanto a las condiciones que son indispensables para que se cumplan los pronósticos:


Uno, concluir con el distanciamiento social y avanzar con el programa de vacunación contra el Covid-19. Tres aspectos deben resaltarse en este sentido:

  1. El semáforo sanitario actual indica que ninguna entidad federativa se encuentra en alerta máxima (color rojo) y por el contrario, 19, se encuentran en bajo riesgo (color verde), incluyendo entre ellas, Ciudad de México y los Estados de México, Jalisco y Puebla; 9 en riesgo medio (color amarillo); y cuatro (Baja California Sur; Tabasco, Yucatán y Quintana Roo) en riesgo alto (color naranja).

  2. Al 10 de junio de 2021 se cuentan con 44 millones 806 mil 655 biológicos y se han aplicado 35 millones 818 mil 959 vacunas. En total se han vacunado a 24 millones 224 mil 273 personas lo que representa el 27% de la población adulta; en tanto que 14 millones 193 mil 288 personas han completado su esquema de vacunación.

  3. Con el avance obtenido, se requeriría aplicar alrededor de 586 mil dosis diariamente para cumplir con la meta a octubre de vacunar cuando menos con una dosis a la población de 18 años más. Esta meta no parece imposible, si se toma en cuenta que se han llegado a cifras de vacunación diaria en las últimas semanas que oscilan entre 800 mil y un millón de vacunas. Desde luego, eso dependerá de la recepción de vacunas del exterior y del envasado en el país de las vacunas Cansino y AstraZeneca.

La valoración permite indicar que se está en condiciones de superar la restricción básica para avanzar hacia la normalidad. Sólo eventos inesperados podrían llevar a un retroceso, por ejemplo, un rebrote de la enfermedad con una nueva cepa. ¡Toquemos todos madera!


Dos, que se dé la efectiva reactivación del comercio regional, particularmente con Estados Unidos, en el marco del tratado de libre comercio (T-MEC). Los indicadores en este punto también son positivos.

  1. Se ha ampliado el comercio bilateral, hasta convertir a México en el principal socio comercial de los Estados Unidos, con una participación en abril de 2021 de 14.7% en su intercambio global (exportaciones e importaciones); además las exportaciones hacia ese país en el cuatrimestre muestran una cifra récord de 32.2 mil millones de dólares, lo que arrojó un superávit de 9.6 mil millones de dólares (cifras obtenidas de “El Economista”).

  2. Como resultado de la reactivación de la economía mundial y regional, la inversión extranjera directa (IED) durante el primer trimestre de 2021 ascendió a 11 mil 864 millones de dólares, la más alta observada desde 1999. Del monto global, 59.2% correspondieron a reinversión de utilidades; 18.6% a nuevas inversiones y 22.2% a cuentas entre compañías. Dentro del componente total de la IED, 46.6% se dirigió a las manufacturas.

3. La reactivación económica y los programas de apoyo de Estados Unidos también han sido factor importante para ampliar las remesas hacia el país. Durante los primeros cuatro meses de 2021 el saldo de remesas fue de 14 mil 663 millones de dólares, cifra que es histórica y mayor en 19.1% a la que se registró en el mismo lapso de 2020.


La reactivación regional, en suma, ha permitido que se incida como nunca en los tres factores vitales que posibilitan el crecimiento: el flujo comercial, la inversión y el consumo. Debe añadirse que esta tendencia parece irreversible, en virtud de que mes a mes se ha visto mejoría en el intercambio comercial, en la IED y en las remesas.


Tres, que mejore o confirme la calificación de nuestra deuda soberana. Lo que se califica son factores relacionados con la evolución económica; la flexibilidad fiscal y el desempeño de la deuda pública; el comportamiento de las cuentas externas y del sistema monetario; así como el marco de las políticas públicas e institucionales.


En cascada, un menor grado de calificación implica: un incremento en la percepción de riesgo para invertir y adquirir deuda, que lleva a mayores primas por tasas de interés. Las tasas mayores impactan en menores recursos para gasto, en una mayor restricción presupuestal y en recortes que inhiben la inversión. Además, los mayores intereses llevan a una posición negativa en la contratación de deuda y presionan a la balanza de pagos, a las reservas internacionales y deprecian el tipo de cambio. En resumen, un deterioro en la calificación, por un lado, limita la capacidad productiva de un país en el corto y mediano plazo y, por otro lado, limita la capacidad de endeudamiento y eleva los intereses de los créditos que se adquieran, es decir, hace al crédito escaso y caro. Estos efectos son la causa por la que los veredictos de las calificadoras causan temor.


Las compañías calificadoras (Fitch Ratings, Moodys, S&P, HR Ratings, JCR, DBRS y KBRA) han revalidado la calificación soberana de México, con fundamento en en los siguientes puntos:

  1. Expectativas de crecimiento favorables y con tendencia al alza.

  2. Limitado deterioro de las cuentas fiscales y con bajas perspectivas de deterioro dada la austeridad fiscal instrumentada en la crisis y la estrategia de mantener un superávit primario, es decir, que los gastos (sin pago de intereses) no excedan a los ingresos.

  3. El control y la menor presión de la relación deuda pública a PIB. La deuda total paso de 52.3% del PIB en diciembre de 2020 a 51.4% a abril de 2021.

  4. Solidez de los ingresos públicos derivada de la optimización del marco tributario existente; además la mejor gestión hace innecesaria una reforma fiscal que eleve la carga tributaria de los contribuyentes.

  5. El efecto positivo que ha tenido la reducción de los gastos de operación de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en consonancia con una carga tributaria acorde con una estrategia de saneamiento financiero y expansión operativa.

  6. La vigencia del T-MEC, que permita generar cadenas de producción y de valor en los procesos productivos; además de la progresiva reapertura de la economía y de la mayor demanda estadounidense hacia los bienes y servicios del país.

Seguramente existen también aspectos que deben cuidarse, el más trascendente, la débil inversión privada que debe aumentar para sostener altas tasas de crecimiento en los próximos años, aun cuando se hayan suscitado eventos como la firma del T-MEC, la reforma laboral, la reforma al sistema de pensiones y la reforma a la regulación del outsourcing. En el mismo sentido, se encuentra la necesidad de llegar a acuerdos y limar asperezas dado que algunas estrategias del gobierno mexicano, como la energética, son discordantes con las que se habían instrumentado en administraciones pasadas, que privilegiaban el contexto de apertura, la privatización y la sustitución energética; además de que se otorgaron subsidios para mantener bajos los costos de la energía. Las gasolinas son el ejemplo más visible.


Cuatro, restituir la confianza del consumidor y de los inversionistas.


En abril de 2021 el indicador de confianza del consumidor elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registró un nivel de 42.38 unidades, su mayor nivel desde marzo de 2020, cuando el índice se situó en 42.40 puntos. La mejoría se articula a dos factores básicos:

  1. La campaña de vacunación del COVID-19 y la disminución del número de contagios.

  2. La mejoría de la situación económica en los hogares y la posibilidad de adquirir bienes de consumo duradero.

El indicador de confianza empresarial (ICE) muestra también avances continuos en el año y en su comparación anual por sector se aprecian los siguientes datos: el de manufacturas creció 15.2 puntos porcentuales; el de comercio 14.1 puntos y el de construcción 11 puntos. El Indicador Global de Opinión Empresarial (IGOE) que es el promedio ponderado de los tres sectores antes señalados más el de servicios privados no financieros se ubicó en mayo en 49.5 puntos, 14.8 puntos arriba al dato del año anterior.


Las expectativas de la economía son favorables y los pronósticos de crecimiento tienen un alto grado de sustento. Sólo queda por señalar que el mayor de los riesgos económicos es la volatilidad que se presume existe en los mercados financieros internacionales, que podría afectar los flujos de financiamiento hacia nuestro país. La aversión al riesgo se podría ver incrementada por posibles aumentos en las tasas de interés de largo plazo en Estados Unidos.


En México el control de la tasa inflacionaria es importante y las decisiones en materia de tasas de interés pueden actuar contra el propósito de alcanzar una tasa más elevada de crecimiento económico. A la fecha se ha mantenido la tasa de interés objetivo en 4% y se ha sido prudente en no aumentarla; el riesgo de una tendencia alcista es contraproducente con el objetivo de estimular el crecimiento económico.


El reemplazo en Hacienda


El 9 de junio el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció un cambio en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Los números indican una adecuada gestión de Arturo Herrera y la propuesta como Gobernador del Banco de México fue bien recibida; el mercado mostró un comportamiento estable por la confianza que inspira. Llegó como relevo a la SHCP: Rogelio Ramírez de la O, prestigiado economista.


Los retos que asume el nuevo titular de la SHCP tienen que ver con la necesidad de darle continuidad al proceso de crecimiento económico; por medios como reestructurar a las instituciones de banca de desarrollo, que son instrumentos para impulsar a las medianas, pequeñas y microempresas, indispensables para contar con un sistema integrado de proveeduría y abasto y para la generación de los empleos formales y con mayor calidad que requiere el país. La idea vertida en un artículo publicado por el Fondo de Cultura Económica (“El crecimiento de las tres últimas décadas”) es razonable. Ahí Ramírez de la O propugna por fórmulas que posibiliten una mayor calidad de crecimiento, con creación de empleos, mejoras en los salarios reales y en la distribución del ingreso; es decir, su idea es consolidar el sistema democrático a partir de la distribución de la riqueza. Ese parece que es su reto, ojalá lleve la teoría a la práctica.


Sobre la capacidad de Arturo Herrera no hay duda, en plena crisis pandémica, frente a las críticas de tirios y troyanos, mantuvo finanzas públicas sanas, no endeudó al país y difirió adecuadamente los compromisos de corto plazo; mantuvo la prudencia en medio de lo que parecía el peor de los caos. ¡Tiene lo necesario para ser un excelente gobernador del Banco de México!




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