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Las amenazas delirantes de Trump y la respuesta firme de nuestra presidenta

Actualizado: 27 nov

Gildardo Cilia López

“La única función de los pronósticos económicos es hacer que la astrología parezca respetable”, John Kennet Galbraith


La publicación del INEGI sobre las variaciones del Producto Interno Bruto (PIB) llamó esta semana poderosamente la atención. Los datos indican que durante el tercer trimestre la economía creció 1.1% con respecto al trimestre anterior; 1.6% en relación con el mismo trimestre de 2023; y 1.5% si se toma en cuenta el periodo enero-septiembre de 2023.


La economía mexicana registró el comportamiento más dinámico de los últimos 10 trimestres; incluso, así, los financieros y economistas entrevistados por el periódico “El Economista” advierten que esto no lleva a hacer un ajuste en el pronóstico hacia el alza; es decir, que al terminar el año la tasa de crecimiento se mantendrá en una tasa no superior a 1.5%.


El titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O, por su parte, durante una entrevista hizo la observación de que el año fiscal todavía no concluye; dando a entender que el desempeño del PIB podía ubicarse en una tasa cercana a 2%, dentro del intervalo de 1.5 a 2.5% plasmado por la SHCP en los Criterios Generales de Política Económica.


Debe señalarse que durante 2022 y 2023, la economía se comportó como lo había previsto la SHCP en un rango de 2.5 a 3.5%; es más, la tasa de crecimiento en el primero de los años antes referidos fue de 3.9%. Quienes erraron en su pronóstico fueron los organismos financieros internacionales y las empresas encuestadas por Banco de México.


La economía mexicana creció en 2023 en 3.2%, lo que llevó a un sesgo de 2 puntos porcentuales si se considera la tasa estimada por el FMI (1.2%) y de 1.4 puntos porcentuales si se toma en cuenta el promedio ponderado de crecimiento del Banco de México (1.8%). Durante el transcurso de un año fiscal, las entidades financieras van haciendo ajustes, pero lo cierto es que la economía mexicana cumplió durante esos dos años con las expectativas iniciales previstas por SHCP; no así en 2024 porque lo más probable es que se crezca por debajo del rango de 2.5 a 3.5% estimado originalmente en los Pre-criterios Generales de Política Económica.


¿Importan realmente los pronósticos? Más que el pronóstico, lo primero que se tendría que decir, es que la economía mexicana durante el tercer trimestre de 2024 detuvo su desaceleración. Nos encontramos, entonces, ante una economía resiliente que es capaz por su dinamismo de corregir tendencias desfavorables. Lo segundo más importante – sobre todo, para la SHCP – es que una economía en crecimiento se retroalimenta a sí misma; conforme a sus estimaciones un incremento en un punto porcentual en la tasa de crecimiento implica aumentar los ingresos tributarios no petroleros en 53 mil millones de pesos.


Para 2025 la SHCP contempla que la tasa de crecimiento se ubicará en un intervalo de 2 a 3%. Sin embargo, de nueva cuenta se anticipan nubarrones por las políticas internas de los Estados Unidos y por la amenaza ya explícita de su próximo presidente de elevar los aranceles hasta en 25% a los productos del país. Las calificadoras ya han afilado sus colmillos y prevén un escenario gris, con daños colaterales. Lo mejor para ellas es que México se sometiera a Estados Unidos incondicionalmente ¡Qué se vayan al diablo!


Resulta curioso que el vociferante Donald Trump amague con este arancel a México por la entrada de drogas a su país, particularmente del fentanilo, aplicándole la misma tasa arancelaria a Canadá, pero no a China, en donde la tasa sería de 10%. ¿Por qué esta distinción en el trato, si los precursores químicos para producir el opioide sintético proceden básicamente de ese país asiáticos?


El nuevo gobierno estadounidense no puede soslayar la responsabilidad de su propio país. La oferta de este tipo de drogas aumenta porque existe una población adicta creciente; lo que significa que al interior de Estados Unidos existan grupos que controlan y mueven este comercio criminal. Estamos hablando de una crisis de salud pública que arroja 100 mil muertes al año, sin que el mundo esté enterado de la estrategia que sigue Estados Unidos para superar este flagelo que afecta a un sinnúmero de sus ciudadanos, ampliándose cada año la masa vulnerable de jóvenes. Menos se sabe sobre la forma en que combate a los grupos criminales que acaparan y comercian el fentanilo al interior de su territorio.


El nervioso mercado cambiario fue el primero que resintió las amenazas de Trump: el tipo de cambio aumentó el primer día de 20.30 a 20.70 pesos por dólar; ahora se ubica en alrededor de 20.50 pesos por dólar. Contagiados por la primera reacción cambiaria, algunos economistas y analistas, alarmados, casi anunciaron el fin de nuestra historia; sin pensar, siquiera - como lo está haciendo el gobierno mexicano - que la medida arancelaria también afectaría a Estados Unidos, por las siguientes repercusiones:


  • Impacto inmediato en su tasa de inflación y en sus costos de producción por los insumos importados.

  • Afectación de la cadena de suministros en industrias claves, como la automotriz, la electrónica y la digital.

  • Reducción de la rentabilidad de sus empresas en el corto plazo y baja competitividad internacional, en tanto se da una sustitución de importaciones con la eficiencia requerida.

  • Castigo a las empresas con capital estadounidense que exportan sus productos desde México y cuyas cadenas productivas están integradas regionalmente, particularmente, a las tres principales automotrices de Estados Unidos: General Motors, Ford y Stellantis

  • Fragmentación de la integración comercial y disminución severa del intercambio comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, con la consecuente pérdida de la competitividad regional.

  • Disminución de su tasa de crecimiento anual en alrededor de 3%, conforme algunos pronósticos; que podría duplicarse si además se suscitan deportaciones masivas, afectando al sector servicios y a ramas como la construcción, manufacturas, transporte, agricultura, entre otras.

  • Reducción de las aportaciones fiscales y en el flujo de ingresos, ya que alrededor del 80% de los ingresos de los migrantes mexicanos se quedan en Estados Unidos.


La pregunta sería, entonces, ¿debe México mover su plan de desarrollo económico o las bases de su proyecto de nación? La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara al señalar que tanto Estados Unidos como México y Canadá se benefician mutuamente con el Tratado de libre comercio (T- MEC). Más que competencia, asegura que se han conformado economías complementarias. Aun así, en caso de no convencer a Trump, con aplomo señala que debemos estar preparados; que ante todo somos un país independiente, libre y soberano, con un pueblo digno y solidario. ¡Qué no nos debemos de achicar!


De darse la restricción comercial con Estados Unidos, se tendría que consolidar la estrategia de fortalecimiento del mercado interno como nuestra principal vía de sostenibilidad, tal como está contemplado en el paquete económico 2025. Es decir, resulta más que oportuno favorecer el crecimiento del gasto social y consolidar el mercado laboral:


  • El gasto social per cápita llegará a una cifra histórica de 16 mil 813 pesos, 51% más en relación con el observado en 2019.

  • La inversión física alcanzará un monto record de 811 mil millones de pesos, distribuyéndose a infraestructura para trenes, carreteras y caminos, a infraestructura hídrica y a infraestructura en salud.

  • El incremento en el ingreso de las capas sociales, se verá consolidado por el aumento de los salarios mínimos y su impacto en los salarios promedio del empleo formal. Se está hablando de un incremento en el salario mínimo de por lo menos 12%, lo que lo elevaría de 248.93 pesos a 278.80 pesos diarios y de 374.89 a 419.87 en la Zona Libre de la Frontera Norte. Lo anterior es concordante con el objetivo de llevar al salario mínimo a 2.5 veces la canasta básica y no básica al final del sexenio.


De cumplirse el amago arancelario de Trump habrá un impacto en el comercio bilateral con Estados Unidos. El libre comercio es la otra columna que sostiene nuestras expectativas de crecimiento. Imponer barreras comerciales nos afectaría, pero también lo resentiría nuestro vecino del norte. Habría daños económicos, pero también riesgos geopolíticos.


Una reducción drástica de las exportaciones hacia Estados Unidos llevaría a un desbalance comercial que difícilmente podría sostener México; lo que lo obligaría a reducir las importaciones provenientes de Estados Unidos. Hasta septiembre de 2024 la balanza comercial presentaba un déficit de 11 mil 017 millones de dólares, concibiéndose como razonable.


Si México dejara de exportar a Estados Unidos en 2025, por ejemplo, 100 mil millones de dólares; tendría que dejar de importar bienes y servicios casi por la misma cantidad, a manera de no caer en una crisis en la balanza de pagos. El comercio bilateral, así, se vería seriamente afectado, obligando a México a implementar políticas arancelarias agresivas hacia Estados Unidos para compensar el desfonde en divisas.


México no podría dejar de ser una economía de libre mercado, los dardos arancelarios de Trump sólo lo llevarían a expandir el comercio con el mundo sobre bases más sanas, mediante acuerdos y tratados con otros países de América, Europa y Asia, incluyendo a China. Esto no sólo para tratar de resarcir un mercado restringido, sino para emprender la necesaria conversión tecnológica que se requiere para ser competitivos en el orbe.


El Plan México, que consiste en sustituir importaciones de los países asiáticos para producirlos en México, Canadá o Estados Unidos, se tendría que aplicar para el país, pero en otro contexto comercial. No quedaría más que acoplarse a las iniciativas comerciales, financieras y monetarias, promovidas por los principales países emergentes del mundo como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a los que hay que sumar otros países africanos y árabes.


Créanme que el bloque BRICS va a estar muy atento a las resoluciones que tome México, una economía emergente con números respetables y con un potencial comercial, entre exportaciones e importaciones, de más de 1.2 billones de dólares al año.

La geopolítica en el mundo es tan o más importante que la economía. ¿Se dará cuenta de eso Trump? Pronto lo sabremos.


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