Eduardo Esquivel Ancona
Los argumentos que presentaron los gobiernos de la 4T para no permitir la importación de maíz genéticamente modificado son fuertes y están basados en razonamientos científicas, sin embargo, en el fallo del panel arbitral del T-MEC parece que pesaron más los intereses de las compañías que se dedican a la producción y comercialización de estas semillas transgénicas que ostentan el monopolio de este mercado a nivel internacional que la protección a la salud
El panel arbitral que se conformó dentro del acuerdo comercial del Tratado – México -Estados Unidos – Canadá (T-MEC) concluyó que el decreto publicado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, que prohíbe el maíz genéticamente modificado viola los términos del acuerdo. Este fallo podría obligar a México a comprarle a los productores estadounidenses el grano transgénico no solo como forraje para la actividad pecuario, también para la elaboración de la masa y tortillas.
La oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés) informó que el panel avaló sus siete reclamaciones legales, y concluyó que las medidas de México no se basan en la ciencia y socavan el acceso al mercado que el país acordó proporcionar en el T-MEC.
La presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo se refirió al fallo contrario a los intereses del país sobre el grano transgénico y afirmó en un comunicado oficial de este sábado 21 de diciembre que “El Congreso de México, aquí con la ayuda de las y los senadores, de los diputados, pues vamos a darle la vuelta a esta resolución, porque muy pronto, en febrero (en el próximo periodo de sesiones), van a legislar, estoy segura, que no se puede sembrar maíz transgénico y hay que proteger la biodiversidad de México en nuestro país. Como decimos: ¡Sin maíz, no hay país!”.
Habría que recordar que en marzo del 2023 el gobierno de los Estados Unidos pidió a México consultas formales bajo el acuerdo comercial del Tratado de Libre Comercio de México, Estados Unidos y Canadá y al amparo del capítulo 9 de dicho convenio, por la decisión del país azteca de restringir las importaciones de maíz transgénico y acusó a la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador de no basarse en la ciencia para adoptar esa medida.
Lo que el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) alegó para no permitir adquirir maíz transgénico es que hay estudios que hablan de que ese grano producido con biotecnología y el uso de herbicidas como el glifosato eleva el riesgo de padecer cáncer, malformaciones congénitas y abortos, además la sobre producción de esta oleaginosa en la Unión Americana hace que se tenga almacenado el producto durante mucho tiempo, lo que también provoca otro tipo de males al cuerpo humano.
En 2020 el gobierno de la 4T prohibió producir o importar maíz genéticamente modificado para 2024. Ante las protestas de su vecino del norte, el gobierno de México tomo la decisión de permitir la compra del grano para la alimentación de animales y procesamiento en diversas industrias hasta que se encuentre un sustituto.
Lo que buscaba el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y lo está ratificando la administración del segundo piso de la Cuarta Transformación es que el maíz transgénico no se use, sobre todo para la elaboración de tortillas y harina de maíz, lo que se alega es que el país es autosuficiente en maíz blanco que no está modificado genéticamente y que con este grano se produzcan los alimentos para el consumo de los mexicanos.
México es el segundo comprador mundial de maíz amarillo modificado y el 95% de las importaciones de este producto agrícola proviene de los Estados Unidos, por lo que es difícil que se dejen de adquirir sin que se tengan consecuencias para la actividad pecuaria.
La política de los gobiernos neoliberales estableció que, a la par de la apertura indiscriminada de las fronteras mexicanas a los productos agrícolas extranjeros, al campo mexicano le fuera retirado casi 50% de los subsidios gubernamentales durante la década que va del 1998 al 2008, lo que colocó a los campesinos del país azteca “en clara desventaja” con relación a los productores estadounidenses y canadienses que reciben grandes subvenciones por parte de sus respectivos gobiernos, por lo cual optarían por abandonar el campo para buscar trabajo, principalmente en la nación vecina del Norte.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) reportó hace unos días ventas para el año comercial 2024-2025 de 133,000 toneladas de maíz a México, uno de los principales compradores del cereal estadounidense.
Los argumentos que presentaron los gobiernos de la Cuarta Transformación para no permitir la importación de maíz genéticamente modificado son fuertes y si están basados en bases científicas, sin embargo, en el panel arbitral del T-MEC parece que pesaron más los intereses de las compañías que se dedican a la producción y comercialización de estas semillas transgénicas que ostentan el monopolio de este mercado a nivel internacional.
En la actualidad, cuatro empresas (Bayer - Monsanto, Corteva, ChemChina y Limagrain) controlan más del 50% de las semillas del mundo. Estos gigantescos monopolios dominan el suministro mundial de alimentos.
Mientras que sólo cuatro grandes comercializadoras, Archer Daniels Midland (ADM), Bunge, Cargill y Louis Dreyfus (llamadas las ABCD), controlan la mayor parte del comercio internacional de cereales y granos, y tienen gran influencia sobre la determinación de los precios internacionales de los alimentos y la forma de comercializarlos.
El control de las semillas y granos básicos significa en muchos sentidos el control del suministro de alimentos. La cuestión de quién produce las nuevas variedades de cultivos es absolutamente crítica para nuestro futuro.
De acuerdo con estudios de David Schubert, profesor del Instituto Salk para Estudios Biológicos, la mayoría de las variedades de maíz transgénico están modificadas para ser resistentes contra insectos, por lo que se les aplica a los cultivos herbicidas como el glifosato que mata todo tipo de hierbas y parásitos, pero la semilla es resistente a este insecticida; sin embargo, esa molécula ha sido asociada a daños a la salud.
Además, la gran producción de maíz amarillo transgénico en los Estados Unidos provoca que este producto se tenga mucho tiempo almacenado, lo que hace que se tengan concentraciones elevadas de aflatoxinas, producidas por hongos (Aspergillus Níger, A paracitucus, Penisllium, Verucosum). Las afluxionas dañan al hígado y son altamente cancerígenas. El maíz amarillo estadounidense por sus características de almacenamiento puede contener más de 327ppm de aflatoxinas.
La desforestación que ha sufrido en los últimos años una gran extensión de la península de Yucatán para ampliar las zonas de cultivo para la siembra de soya con semilla genéticamente modificada y el uso indiscriminado del herbicida conocido como glifosato ha impactado negativamente en la producción de miel, y el hábitat de las abejas, causado graves daños económicos a los productores y así como deterioro ambiental a esa zona del país.
La NMX-FF-034/1-SCFI-2020 admite mezclas de maíz amarillo con maíz blanco para consumo humano, principalmente lo consumimos en harinas de maíz para tortillas o en frituras (frituras de Bimbo, Coca Cola, Pepsi Cola, etc.); valdría la pena investigar la correlación de niños con cáncer y su consumo con este tipo de frituras.
El segundo piso del gobierno de la Cuarta Transformación está aplicando una política para hacer frente a la creciente dependencia del país en granos básicos como el maíz, trigo, frijol, arroz y lácteos, y que estos alimentos se produzcan en México, al mismo tiempo que disminuya la importación; para ello se han diseñado programas que tienen como fin restaurar autosuficiencia en estos productos. Sin embargo esta estrategia choca con los subsidios a los productores agrícolas que tiene la administración de los Estados Unidos que provoca que sus precios de exportación a los mercados foráneos estén por debajo de sus costos de producción, lo que se conoce como dumping.
Por desgracia fallo desfavorable en el panel arbitral del T-MEC contra México por el maíz transgénico podría tener los siguientes efectos negativos:
Aranceles a productos mexicanos: Estados Unidos podría imponer aranceles a productos mexicanos.
Eliminación de restricciones: México se vería obligado a eliminar las restricciones en contra del maíz transgénico.
Amenaza a la exportación de becerros: Los becerros son uno de los productos que México exporta en grandes volúmenes y podrían verse amenazados.
El fallo contra México de parte del panel arbitral del T-MEC es injusto porque el maíz genéticamente modificado afecta la salud y el medio ambiente. Parece que pesaron más en su decisión los intereses de las grandes compañías que producen las semillas transgénicas y que comercializan los granos básicos.
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