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Los peripatéticos

Público·6 miembros

Mario Montes
4 de agosto de 2021 · se unió al grupo.

La pandemia y la economía

Juan Eduardo Martínez Leyva

Breve historia de la pandemia

Llevamos ya cinco meses batallando con el enemigo inesperado. La amenaza surgió de repente en Wuhan, una próspera región de China. Fue en el mes de diciembre cuando nos enteramos que un virus totalmente desconocido por la ciencia médica estaba causando estragos entre la población. Al principio, las autoridades de ese país intentaron negar el problema y censuraron la información que surgía tímidamente entre los propios enfermos y los primeros médicos que los atendían. La negación, propia de regímenes y liderazgos que pretenden ejercer un férreo control de los acontecimientos y escribir su propia narrativa, pudo significar un grave daño en el manejo de la futura expansión de la enfermedad. El gobierno chino pronto corrigió y adoptó medidas de contención, inimaginables en los regímenes democráticos occidentales, para hacerle frente al desafío. Cercó la región infectada, e…


Gildardo Cilia López
Gildardo Cilia López
Oct 02, 2020

Varios puntos notables hay que rescatar del texto de Juan Eduardo Martínez Leyva, que da inicio al primer debate y a la convergencia de ideas en torno a la ciencia económica. Me interesa destacar un punto, el que tiene que ver con el ciclo económico. Un ciclo es cambio gradual en el tiempo, en el que se reflejan tres momentos: ascenso, clímax y descenso. Por la gradualidad, se puede establecer que un ciclo es más o menos exitoso a partir de su duración. Hace más de 2200 años, Polibio encontró una de las ideas más atractivas en el pensamiento de la humanidad. Observó que el Estado pareciera seguir los pasos de un ser viviente: nace, crece, alcanza el punto más alto de desarrollo, decae y muere. Esta observación pareciera irrebatible, pero existe el cambio repentino que impide que el ciclo se cumpla en su totalidad. Lo real es que los seres nacen y mueren, pero son del todo inciertas las fases intermedias. La idea del ciclo se ha extendido a todas las ciencias. En algunas, matemáticamente, como en el caso de la epidemiología, se ha demostrado que todo fenómeno sigue la secuencia de una distribución normal. En las ciencias sociales cotidianamente se rompe el ciclo. El cambio repentino significa ruptura y todo ciclo puede quedar trunco; de modo que todo análisis lleva a la continuidad o a la ruptura. En la ciencia económica existe la tendencia de trazar los fenómenos económicos a partir de la secuencia cíclica. La conjunción en el tiempo, incluso, permiten concebir que existen ondas largas que pueden incluir varios ciclos de menor duración. El análisis cíclico, sin embargo, no siempre resiste la evidencia empírica, particularmente cuando cambios abruptos demuestran que existe fragilidad. Los mercado suelen crecer incesantemente y caer estrepitosamente, sin ninguna gradualidad; de hecho el optimismo desbordado es uno de los peores síntomas económicos. Ahora mismo, se discute sobre la preeminencia del modelo neoliberal. Algunos suponen que ha llegado a su fin; de ser cierto, lo primero que hay que resolver si ello fue resultado de su agotamiento, de su desgaste natural; o más bien si fue producto de una ruptura, de una nueva modalidad en la concepción del desarrollo económico. Las respuestas podrían ser diversas, pero lo evidente es que hace tres años nadie dudaba de su vigencia, hasta que el presidente de los Estados Unidos rompió declarativamente con el supuesto básico del libre mercado. La vuelta al proteccionismo, también hizo nacer la guerra comercial contra la segunda potencia económica del mundo: China; aflorando peligrosamente el tema de la supremacía económica, cuya obsesión en el pasado ha llevado a crisis humanitarias. ¿De verdad, en una economía globalizada se puede abandonar el libre mercado? ¿Se pueden romper los circuitos de valor y la complementariedad productiva y tecnológica entre los países? La circunstancia actual hace pensar que en los hechos la ruptura comercial más que impracticable, es dolorosa; tal como se experimentó en la primera fase de la pandemia, cuando el mundo resintió la disminución drástica de la producción de China. La pandemia originó un apagón repentino, fulminante, de la economía mundial, pero tambien pudiera significar el apagón definitivo del modelo económico. Todo indica que después de la crisis sanitaria la guerra comercial se va a profundizar, más por la creencia que en el origen y gestación del virus hubo una "conspiración china" . Esto no puede verse con optimismo, la tendencia proteccionista y la ambición supremacista del presidente Trump ponen en riesgo al mundo. Algunas de sus decisiones han sido alarmantes, destaco sólo dos: el abandono al Acuerdo de París sobre el cambio climático y el retiro de apoyos a la OMS en plena crisis pandémica. En México también los cambios económicos parecen enunciativos, porque se asocia indiscriminadamente al neoliberalismo con la corrupción estructural del país, que en la administración del presidente Peña llegó a niveles insospechados. Más allá de la corrupción habría que preguntarse si hubo neoliberalismo en el país. Tal vez lo que se dio fue un neoliberalismo imperfecto en el que se denota la incapacidad del Estado para inducir la competitividad, la transferencia tecnológica, la productividad laboral y el incremento de los ingresos reales de la mayoría de la población; además de que existió deliberadamente retrasos en la apertura hacia ciertas ramas y sectores, con características monopólicas. Habría que analizarlo. La administración actual mantiene como ejes fundamentales de su estrategia la austeridad y la disciplina fiscal; promueve el fortalecimiento de las finanzas públicas y no inhibe el libre mercado, por lo contrario, lo promueve mediante la integración regional. No hay ruptura con los principios prudenciales del neoliberalismo, más bie en muchos sentidos la estrategia resulta afín. Tal vez (y esta es una provocación), en lo económico este Gobierno sea más coincidente con el neoliberalismo que los gobiernos anteriores. Se apagó el switch dice Martínez Leyva, ahora hay que evitar el colapso económico: "diferir pagos, facilitar recursos directos y otorgar facilidades para créditos puente". También señala que en el momento actual son impracticables las políticas keynesianas: no vale la pena expandir el gasto si el motor económico está apagado. Ante este escenario, me pregunto, si para salir de la crisis y ante la inanición, no es indispensable la fortaleza fiscal del Estado. Afinar las finanzas públicas y ampliar el ahorro interno, son condiciones que resultan indispensable para volver a encender el motor. Sin la consolidación fiscal, la desafinación al tratar de poner en marcha el motor podría ser mayor; podría llevarnos a un contexto de recesión con inflación. Me quedo aquí, en un apagón repentino, no debo extender más mi comentario.

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La cuenta de TESOFE en Banco de México

Juan Eduardo Martínez Leyva


La reciente publicación realizada virtualmente el 27 de mayo del 2020, por el Grupo Nuevo Curso de Desarrollo, del PUED de la UNAM, coordinada por Rolando Cordera y Enrique Provencio, está dedicada a pensar el desarrollo después de la pandemia. Es un documento de reflexión muy útil y pertinente para entender la coyuntura actual y calibrar los desafíos que enfrentaremos. En ella participan destacados intelectuales y estudiosos de la economía, la política y de otras disciplinas de las ciencias sociales. Vale la pena visitar la publicación y repasar su variado contenido, así como pensar muchas de las propuestas de políticas públicas que ahí se hacen.

Por el interés que ha suscitado en algunos amigos, por mi parte, quiero centrarme en una propuesta muy concreta que hace Carlo Panico, en su texto publicado como: La política económica …

Gildardo Cilia López
Gildardo Cilia López
Gildardo Cilia López
Oct 02, 2020

La conclusión de Juan Eduardo Martínez Leyva parece ser incuestionable: la posibilidad de utilizar el saldo de la cuenta corriente que la Tesorería de la Federación registra en el Banco de Mexico para teansferirse al gasto no es viable, dados los compromisos financieros adquiridos por la deuda. Lo anterior reiteraría la necesidad de recurrir a los expedientes consabidos de adquirir más deuda o de afectar el balance de las finanzas públicas. La austeridad tiene un limite y reactivar el gasto público sería la única solución para detonar el crecimiento económico. Así lo piensan un sinfín de economistas. Preocupa que siempre se llegue a esas conclusiones, como si hubiera ausencia en la conducción económica del país. Me desconcerta la subestimación o menosprecio que se tienen al Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Arturo Herrera. En la primera crisis que afrontó el Gobierno del Presidente López Obrador, la renuncia de Carlos Urzúa, se pensó en forma extralógica que ello iba a significar un descarrilamiento en la conducción económica del país. Pocos ponderaron a Herrera y sólo los que verdaderamente lo conocían expresaron que el nuevo titular de la SHCP es un brillante economista. La animadversión no permite evaluar sus méritos. Lo primero que hay que decir sobre Herrera es que ha buscado asumir políticas contracíclicas sin resquebrajar las finanzas públicas; también es el artífice de una reforma fiscal progresiva, sustentada en la efectividad impositiva hacia los evasores, sin permitir la condonación de adeudos. Consciente de la importancia de la estabilidad macroeconómica, ha influido en las decisiones para que las variables se muevan en la dirección correcta. Es indudable que ahora podemos aspirar a crecer, entre otras razones, porque los costos claves se están ajustando convenientemente y están propiciando ahorros importantes. La disminución de la tasa de interés, despresuriza el servicio de la deuda pública y en el mismo sentido, el decrecimiento del tipo de cambio, revierte el abultamiento de la deuda externa, que representa el 28 por ciento del endeudamiento del sector público. Ahora el tipo de cambio se sitúa en 21.58 pesos por dólar y la tendencia lo puede situar en unas semanas en menos de 20 pesos por dólar. La inestabilidad cambiaria parece frenada y el mercado de valores se sitúa por arriba de los 38 mil puntos, tal como se situaba antes de la crisis pandémica. En plena crisis petrolera, la convicción de mover el precio de las gasolinas conforme a la tendencia del mercado propició el abaratamiento de las gasolinas y eliminó los subsidios. Ahora la tendencia es distinta, pero en su momento se obtuvo partido de una situación, sin ambages, catastrófica. El Secretario de Hacienda tiene la virtud de encontrar fórmulas compensatorias ante situaciones de pérdida. Herrera concibe que el margen de maniobra que tiene México para endeudarse es reducido; entre otras razones por que la deuda pública representa alrededor de 50 por ciento del PIB y la tasa de interés de referencia sigue siendo alta. Los países desarrollados han ampliado sus deudas por arriba del 15 por ciento del PIB; sin embargo, países como Japón colocan deuda a tasas negativas y en Alemania o Francia las tasas son bajas. La tasa de referencia en México sigue siendo alta 5.5 por ciento; se prevé que en junio va a disminuir a 5 por ciento y que al final del año se puede situar en 4.5 por ciento. La gran barrera para disminuir la tasa de referencia, es la tasa inflacionaria que va a oscilar en 3 por ciento. Además del plano recaudatorio, se han buscado alternativas sanas para el financiamiento del gasto público, con destino social. Entre los recursos disponibles del portafolios del Gobierno Federal se encuentran aquellos provenientes de los fideicomisos que suman más de 250 mil millones de pesos. Arturo Herrera ha subrayado que antes del déficit público, hay que acudir a lo que se encuentre disponible. Para fortalecer la certidumbre financiera y frente a lo que opinaban los medios y las calificadoras, se salió al mercado. La operación existosa de la venta de bonos por 6 mil millones de dólares, amplió la confianza en torno a la capacidad de afrontar el deterioro financiero, difirió compromisos de corto plazo y sirvió para frenar la especulación cambiaria; ello en medio del deterioro de precios del petróleo a nivel mindial que incluso llevó a un valor negativo a la mezcla mexicana. Este deterioro se pudo compensar en parte a que se tenía una cobertura de mercado. Dentro de un escenario viable se han adoptado como medidas contracíclicas: la aceleración del gasto, adelantando su programación; se ha ampliado por más de 50 mil millones de pesos las posibilidades de financiamiento, mediante una estrategia conjunta con Banco de México y se mantiene una actitud proactiva con respecto al libre mercado. Se espera que la inversión y el crecimiento se pueda detonar por el efecto positivo que generarán las cadenas de valor regional, con la puesta en marcha del TMEC. Por otra parte , sorprende que ante la crisis pandémica todo gasto se ha sustentado en fuentes de financiamiento sanas o propias. El esfuerzo ha sido mayúsculo y los resultados ha permitido contener factores que nos estarían ahogando. Un escenario sin el uso de estas fuentes, nos hubiera llevado posiblemente a brotes inflacionarios poco controlables. Reitero, me sorprende el menosprecio que se le ha tenido a Herrera; pareciera que los dogmas políticos no nos permiten evaluar la realidad. Antes que la razón, se escucha el desplante de economistas que en su momento llevaron a la quiebra del país y al escenario de estancamiento con inflación. La prudencia de Herrera es incomparable con respecto a estos personajes que comprometieron la soberanía de la nación. Los datos duros ahí están. Durante los setentas y hasta 1982, los déficits primarios se ampliaron a más de 10 por ciento del PIB, hasta llegar al 30%; la deuda externa creció hasta sobrepasar el PIB y representar más de 6 veces nuestras exportaciones totales. Todo esto con inflaciones crecientes que llegaron en el momento de mayor caos al 100 por ciento. Ha sido una fortuna contar con Herrera en este momento. Mucho hay que agradecer su conducción en uno de los episodios críticos de la historia económica de México y el mundo.

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La confianza para invertir

Juan Eduardo Martínez Leyva


El Banco de México publicó en días recientes el reporte que registra la inversión extranjera directa que entra al país. Los datos del primer trimestre del año en curso son preocupantes, por sí mismos, porque reflejan una caída del 26.3 por ciento con respecto al periodo enero-marzo del 2019 (10.3 contra 14.0 mil millones de dólares). Si se consulta la serie anual se puede observar que, en términos absolutos, es el monto de inversión extranjera más bajo para un primer trimestre desde el año 2012 (7.8 mil millones de dólares).

     Adicionalmente a los flujos de inversión extranjera directa, la inversión foránea de portafolio también ha sufrido una notable caída. En el mes de enero de este año, los inversionistas no residentes tenían en su poder un monto de alrededor de 124 mil millones de dólares. Para finales de marzo conservaban…

Habría que agregar que en cuanto a confianza de los inversionistas, el presidente López Obrador de entrada no inspiraba confianza. De hecho, posiblemente ha venido a más, después de arreglos con los inversionistas del aeropuerto y también en el sector petrolero, o con la cervecería cancelada. Pero poner inversionistas de buenas después de querellas, no parece una receta eficaz para crear un ambiente de certidumbre y atractivo para las inversiones y los negocios. La economía requiere certidumbre. Y el estilo personalista de gobernar no da suficiente lugar a cerezas. Por lo menos no para quien se propone apostar patrimonio en México.

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